jueves, 28 de febrero de 2013

El período de entreguerras: la edad de oro de la aviación

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, había un gran excedente de pilotos aéreos formados rápidamente para manejar las máquinas voladoras en el conflicto. En tiempos de paz nos encontramos con un amplio colectivo de pilotos con experiencia que ahora necesitan trabajar en otras actividades. Todo este personal experimentado, tanto en pilotaje como en cuestiones más técnicas, es aprovechado para crear compañías aéreas.

El período de Entreguerras significa el pistoletazo de salida para las grandes compañías aéreas. En casa país se crea al menos una: en Francia (Farman, que crea la primera línea regular Londres - París); Países Bajos (KLM); Alemania (Deutsche Luftrederei), Reino Unido (Overcraft Transport & Travel) o Suiza, que se lleva la palma con tres compañías, que en 1919 se fusionan en Swissair. Por su parte, Estados Unidos se dedica a crear los primeros organismos oficiales para la coordinación de las primeras líneas aéreas.

Con este panorama, nos encontramos que en 1923 existen en Europa 30 líneas aéreas regulares, algunas de las cuales se prolongan hacia África y Asia.

Este período también fue la época de las grandes hazañas aéreas, que conquistaron terrenos y cubrieron distancias inimaginables unos pocos años antes. Entre estos nos encontramos aventureros excéntricos como Charles Lindbergh (1902-1974), que el 20 de mayo de 1927 aterrizó en París después de haber pilotado su avión: un monoplano de ala alta con motor Wright de 225 caballos al que le bautizó con el nombre de Spirit of Saint Louis desde San Luis (Estados Unidos). Lindbergh cubrió 4.600 kilómetros en 33 horas y 32 minutos sin escalas intermedias, lo que demostró a sus contemporáneos que los vuelos transoceánicos eran viables. Atravesar los mares era uno de los retos con los que se encontró la Navegación Aérea, que necesitaba el desarrollo de aparatos que pudieran cubrir largas distancias sin necesidad de escalas intermedias.

La agencia de correos de Estados Unidos también empleó antiguos aviones militares para transportar correo entre algunas ciudades americanas, hasta el año 1927, en el que dejaron de operar estos vuelos, prefiriendo contratar a líneas aéreas para que realizaran ese servicio. Los correos aéreos tuvieron mucha importancia en el desarrollo de la aviación comercial.

En 1929, la tecnología relacionada con los dirigibles avanzó de manera notable, llegando a realizar un Zeppelin el primer viaje alrededor del mundo. En esos años, los dirigibles eran usados por numerosas líneas aéreas de Europa, y en los años 30 se iniciaron las primeras rutas trasatlánticas, que tuvieron gran éxito. La era de los dirigibles terminó en 1937 cuando el dirigible Hindenburg sufrió un accidente en Lakehurst (Nueva Jersey, Estados Unidos), en el que murieron 35 personas.

Zeppelin USS Macon ZRS-5

En la década de 1930, muchas líneas aéreas utilizaron hidroaviones que empleaban principalmente en vuelos transoceánicos. Uno de los mayores hidroaviones de la época fue el Dornier Do X, tan grande que necesitaba doce motores para despegar, seis en cada ala. Voló por primera vez en 1929, pero no fue demasiado popular. Otro hidroavión, el Boeing 314 Clipper, capaz de transportar 74 pasajeros, sí que resultó popular en esos años. En 1938 realizaron sus primeros vuelos comerciales sobre el océano Atlántico, pero el desarrollo de aviones cada vez más potentes y de aeropuertos con pistas cada vez más largas, hicieron que el uso de hidroaviones terminase a lo largo de los años 40.

Dornier Do X

En lo que respecta a otro tipo de aeronaves, en los años 20 el ingeniero español Juan de la Cierva comenzó a desarrollar una aeronave de ala rotativa que puede ser considerada un híbrido entre un avión y un helicóptero, y que recibió el nombre de Autogiro. De la Cierva realizó su primer vuelo en un autogiro en 1923, recorriendo 200 metros, y un año después en otra prueba logró alcanzar los 100 km/h. El español siguió evolucionando su aparato en Inglaterra y Estados Unidos con apoyo de inversores particulares, y llegó a tener gran éxito con sus modelos en los primeros años 30. Pero con la llegada de la Guerra Civil Española, de la Cierva muere y las investigaciones relativas al autogiro quedan prácticamente paralizadas. Heinrich Focke en Alemania e Igor Sikorsky en Estados Unidos desarrollaron los primeros modelos operativos de helicópteros a finales de los años 30 y principios de los años 40.

Autogiro Cierva C.30

Innovaciones


Durante este periodo, y especialmente en la década de 1930, hubo varias mejoras técnicas que facilitaron la construcción de aviones más grandes, capaces de recorrer distancias mayores y de volar más rápido y a mayor altitud, lo que hizo que se pudiera transportar más carga y a más pasajeros. Los avances en la ciencia de la aerodinámica permitieron a los ingenieros desarrollar aeronaves cuyo diseño interfiriera lo menos posible en el vuelo del avión. Los equipamientos de control y las cabinas de los aviones también mejorarían de una manera considerable. Además de eso, las mejoras en la tecnología de las radiocomunicaciones permitían el uso de equipamientos de este tipo en los aviones, así los pilotos podían recibir instrucciones de vuelo desde equipos en tierra, y también se podrían comunicar pilotos de distintas aeronaves entre sí. Todo esto generó técnicas más precisas de navegación aérea. El piloto automático también comenzó a usarse en los años 30, lo que permitió a los pilotos tomarse cortos periodos de descanso en vuelos de larga duración.

El avión más característico de esta etapa fue el Douglas DC-3, un monoplano bimotor que realizó sus primeros vuelos en 1936. Tenía una capacidad para 21 pasajeros y era capaz de alcanzar una velocidad de crucero de 320 km/h. Rápidamente se convirtió en el avión comercial más usado de la época, y es considerado uno de los aviones más importantes que se ha producido en la historia de la aviación.

Douglas DC-3 despegando

El motor a reacción comenzó a ser desarrollado en Inglaterra y Alemania en estos años. El británico Frank Whittle patentó un diseño de una turbina a reacción en 1930, y desarrolló un motor que podía ser usado para fines prácticos al final de la década. El alemán Hans von Ohain patentó su versión de motor a reacción en 1936, y comenzó a desarrollar una máquina semejante. Ninguno de ellos sabía del trabajo que desarrollaba el otro, por eso mismo, a ambos se les considera como sus inventores. A punto de terminar la Segunda Guerra Mundial, Alemania empleaba los primeros aviones de reacción y fabricaba una serie de Messerschmitt Me 262, el primer caza a reacción de la historia.

El hecho de que los aviones volasen a altitudes cada vez mayores, donde las turbulencias y otros factores climáticos no deseables son más raros, generó un problema: en altitudes mayores, el aire es menos denso, y por tanto, posee menores cantidades de oxígeno para la respiración. A medida que los aviones pasaban a volar más alto, los pilotos, tripulantes y pasajeros tenían cada vez más dificultades para respirar. Los especialistas, para resolver este problema, crearían la cabina presurizada, que lograba mantener constante la presión atmosférica con independencia de la altura de vuelo.

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