domingo, 26 de mayo de 2013

El reactor

La propulsión a chorro significó una revolución en el transporte aéreo. En treinta años, volar pasó a ser una actividad de lo más normal para miles de personas. Gran Bretaña se situó a la cabeza de los vuelos de pasajeros con aviones de reacción al presentar el De Havilland Comet en 1952. Los pasajeros que podían pagar los caros billetes elogiaban su velocidad y confort.

De Havilland Comet

Las compañías aéreas sustituyeron casi todos sus aviones de hélice por los modernos reactores. Un aura de glamour envolvía estos aparatos y se popularizó el término "jet set" para hacer referencia a las personas que gozaban de la vida yendo de aquí para allá en reactor. El número de pasajeros aumentó muchísimo gracias a los "tours" o viajes organizados, que los operadores vendían a precios reducidos incluyendo viaje y alojamiento.

Con esto, el siguiente paso que se esperaba del transporte aéreo de pasajeros era el de superar la barrera del sonido. Un consorcio anglo-francés diseñó y construyó el único diseño supersónico de pasajeros que llegó a volar en rutas comerciales: el Concorde.

El Concorde

Esta aeronave resultó, sin embargo, muy cara, además de excesivamente ruidosa, y se la acusó además de dañar el medio ambiente. Los costes operativos del Concorde eran muy elevados; el precio de los billetes resultaba muy caro y sólo una minoría de pasajeros podía disfrutar de la experiencia de un vuelo supersónico en la estratosfera. Por ellos, comercialmente, este avión fue un fracaso.

El futuro residía en aviones más grandes, no más rápidos. Mientras se construía el Concorde, Boeing desarrolló el 747, que podía transportar hasta 400 pasajeros, cuando la máxima capacidad estaba por debajo de 200. Al 747 le siguieron aviones de aún mayor capacidad, como el Douglas DC-10.

Douglas DC-10

Las difíciles condiciones económicas de los años 70, con una importante crisis del petróleo, hicieron que fueran unos años difíciles para la industria aeronáutica, a pesar de la aparición de los nuevos aviones de fuselaje ancho.

No obstante, los precios de los pasajes fueron bajando debido a la fuerte competencia. Nuevas aerolíneas empezaron a explotar la ruta trasatlántica, y la abundancia de los vuelos chárter en Europa abarató las vacaciones. La lucha de precios entre aerolíneas se saldó con la desaparición de nombres importantes, como Pan American.

En las décadas de los años 80 y 90 los aviones de pasajeros continuaron perfeccionándose, pero no hubo grandes salos en el progreso técnico. Los sistemas de navegación  fueron mejorando gracias a la creciente presencia de los ordenadores, pero las formas, tamaños y velocidades siguieron siendo los mismos; la mayor diferencia se ha observado en el número de pasajeros.

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